La vida en sociedad se ha transformado en los últimos tiempos en una convivencia llena de prejuicios, en donde el “¿qué dirán?” importa más que el “¿Quién soy?” y las simples modas cambiantes han otorgado a nuestro país una imagen banal ante un mundo que está en constante desarrollo.
El proceso de “Globalización” muy nombrado en este siglo XXI, ha traído consigo la implementación de la transculturalización, un fenómeno en donde se adoptan elementos extranjeros que implican beneficios para el colectivo. Es así como surgen mejoras en las relaciones económicas y sociales entre las naciones y se promueve la aparición de nuevas tecnologías que facilitan la comunicación global, situación que se traduce en ganancia para los países que no están renuentes al cambio.
Pero en Venezuela, este fenómeno de transculturalización se ha transformado en gran parte en una transculturación, palabras similares pero con una gran diferencia. Esta última, conlleva a la pérdida total de los valores de una nación hasta el punto de crear en el individuo una aculturación, en donde la negación de sus raíces y creencias se deja en manifiesto ante la sociedad.
Los valores culturales extranjeros han calado en nuestro país tan rápido como vorazmente, atacando nuestra música, nuestro dialecto e incluso nuestra forma de pensar, apartando nuestra identidad nacional y vejando nuestro gentilicio, algo inaceptable para quienes debemos amar nuestras raíces con el solo hecho de haber nacido en esta tierra gratificante.
Ser venezolano va más allá de simplemente decirlo, todo consiste en vivir intensamente la cultura nacional y portar con orgullo ese mestizaje característico que creó en este bendito suelo a la gente más hermosa, que con el “tumbao” de los africanos, la lucha de los indígenas y la elegancia del español dieron paso al nacimiento de la pequeña Venecia, el país de lo posible, VENEZUELA.
Para: www.somoszulianos.com
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